No había pensado escribir sobre la, a mi juicio, pantomima de huelga general que hubo ayer en España.
Pero al final he recapacitado y lo voy a hacer.
Conocida por todo el mundo es mi vehemencia generalizada y espíritu reivindicativo. No lo puedo esconder. Y sin embargo el miércoles vine a trabajar como un día más.
He manifestado que estoy crispado con la reforma laboral del gobierno, sí. Pero más crispado estoy con los sindicatos, llenos de barrigas agradecidas, que convocan una huelga general con casi 4 meses de antelación. Encima una semana después de convocar la huelga, esos mismos sindicatos, reciben un dineral ingente de dinero procedente del mismo gobierno, al que supuestamente critican, para organizar cursos de fomación.
Luego ya viene el esperpento que se vive cada vez que se convoca un día de huelga general. Destrozos, quemazones, vandalismo urbano... Mismamente desde la ventana de mi oficina pudimos contemplar como un perfecto impresentable lanzaba huevos a los escaparates de los negocios que estaban abiertos.
Yo vine a trabajar libremente, amparado en un derecho constitucional. Quienes fueron a la huelga ejercieron también libremente su derecho a no trabajar.
Lo que me crispa es la verdad absoluta que quieren tener algunos al respecto. Parece que los que trabajan están coaccionados (que no digo que no los haya), pero sé que muchos no lo están y que por eso ejercen su derecho.
Cada cual que decida libremente que, para bien o para mal, vivimos en democracia.
Saludos
Deica